jueves, 5 de junio de 2008

“Mientras no enfrentemos y acojamos la petición de Bolivia, los primeros perjudicados seremos los ariqueños”

Extracto de una entrevista al P.Nano Contreras en diario electrónico 'El Morrocotudo' de Arica

El P. Orlando Contreras, jesuita, nos habla en esta entrevista acerca de la misión de los jesuitas en Arica, su trabajó y reflexiona acerca de las relaciones con nuestros países fronterizos.

¿En qué están los jesuitas en Arica?
El Papa Benedicto XVI nos ha insistido en que los jesuitas hemos de servir a la Iglesia enfrentando los problemas actuales que tiene la humanidad y los desafíos que brotan de la globalización y los vertiginosos cambios culturales. Esto implica que la Compañía de Jesús debe moverse hacia las fronteras no sólo geográficas, sino también las del pensar humano en todos los ámbitos para el bien de la humanidad.

Concretamente ¿qué tiene que ver esto con lo que ustedes hacen en Arica?
Mucho. En primer lugar porque limitamos con el Perú y Bolivia. Arica es una ciudad fronteriza con un pasado bélico y con heridas que no terminan de cicatrizar. Los ariqueños, desde que tenemos conciencia, hemos escuchado el clamor de Bolivia por una salida al mar y desde Perú nos llegan reclamos por los límites marítimos. Frente a estos temas, chilenos, peruanos y bolivianos tenemos nuestra propia visión y argumentos. Y en los tres países la Iglesia ha jugado un rol preponderante en el desarrollo de sus respectivas historias; en los tres países la Compañía de Jesús está presente en ciudades claves para este tema: Arica, Tacna, El Alto y La Paz.

En segundo lugar, porque basta mirar los rostros y conocer los apellidos de los que vivimos aquí para darnos cuenta de una variedad y mezcla cultural, como se da en pocas ciudades de Chile: mezcla que se da entre aymaras, afro descendientes y pampinos llegados desde las salitreras a fines de los 50 y comienzos de los 60.

Y en tercer lugar porque Arica no escapa al fenómeno de la globalización y los vertiginosos cambios culturales en todos los campos de la vida: familiar, social, laboral, política, sexual, económicos y religiosos.

Estos son los elementos que tenemos presentes para definir nuestra misión. Mirando esta situación queremos servir a la Iglesia desde nuestro carisma ignaciano y ayudar a enfrentar los problemas señalados. En este sentido nos sentimos muy animados por lo que los Obispos, reunidos en Aparecida (Brasil), dicen: “La pastoral de la Iglesia no pude prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el reino de Dios”

¿En qué se traduce esto?
Hemos definido dos ejes que deben estar presentes en todos nuestros servicios. El primero es la formación en la línea de los documentos oficiales de la Iglesia de América Latina. Esto implica ofrecer y dar los ejercicios espirituales de San Ignacio en sus más variadas modalidades. El segundo es la opción por los pobres y la promoción de la fe y la justicia.

Para implementar esto hemos creado la Red Apostólica Ignaciana de Arica, con un alcance internacional. En ella participan todas las obras y movimientos en los cuales estamos involucrados los jesuitas: las parroquias Santa Cruz y el Carmen, los Bailes Religiosos; el MEJ, el Encuentro Matrimonial, El Hogar de Cristo y el Centro Ignaciano y todos aquellos que quieran beber de la espiritualidad ignaciana y participar de nuestra misión en Arica.

Por medio de esta Red hemos tomado contacto con los jesuitas y obras Tacna (Perú) y con El Alto y La Paz (Bolivia). Con ellos hemos iniciado un proceso de colaborarnos y potenciarnos recíprocamente en todas nuestras obras apostólicas sin excluir ningún tema.

Y en este contacto ¿tocan el tema del mar?
Es imposible no hacerlo porque entendemos que para Bolivia se trata de una herida abierta y porque como Iglesia y jesuitas, no podemos restarnos en la búsqueda de una solución justa, equitativa y digna para todos.

Desde nuestra óptica y misión, podemos decir que, sin negar que los tratados se establecen para respetarse y se les debe tener muy presentes, ellos no son absolutos de manera tal que no se les pueda revisar y eventualmente modificar por un bien mayor. Solo Dios es el absoluto y el Señor nos recuerda que “la ley es para el hombre y no el hombre para la ley”. Ahora bien, nosotros tenemos claro que una solución específica a éste y otros problemas hay que dejárselo a los técnicos y encargados de ello en cada país. Nosotros simplemente queremos colaborar en que estas materias sean tratadas en un clima fraterno y de colaboración desde nuestra fe y opciones apostólicas.

¿Y cómo perciben la situación de Arica en relación a Perú y Bolivia?
Nosotros, sin negar dificultades, somos muy optimistas porque basta mirar un poco para darse cuenta que entre las ciudades fronterizas hay mucha colaboración y espíritu de fraternidad en los más variados temas e instituciones de uno u otro país.

En este sentido hay que destacar lo que pasa en las fiestas religiosas más importante del norte andino como Locumba, Las Peñas o la Tirana. En esos días de fervor religiosos nos mezclamos, de uno u otro país, para venerar a la Virgen del Carmen o de Las Peñas en agradecimiento por tanto bien que nos hace sin distinguir de qué nacionalidad somos.

Pero, ¿qué puede pasar con ese espíritu religioso cuando se tocan temas con la demanda marítima de Bolivia?
Lo primero es señalar que el mensaje del evangelio es para todo el hombre en todas las dimensiones de su vida y de la organización de la sociedad. Nada queda excluido de la acción evangelizadora de la Iglesia. La pregunta aquí es ¿cómo podemos traducir la buena noticia de Dios y el mensaje de salvación a los problemas que surgen de una ciudad fronteriza con un pasado bélico que no termina de cicatrizar?

Vemos que en las autoridades de Arica y los gremios más importantes hay conciencia que Arica es una ciudad que, social, política y económicamente, está abandonada. Lo que nos llama la atención es que cuando se piensa en posibles caminos de solución a los problemas de la ciudad no se le dé la debida importancia al hecho de que somos una ciudad fronteriza y que, en el deterioro de la ciudad, influye mucho no enfrentar, con altura de miras, la demanda marítima de Bolivia.

A riesgo de estar equivocados creemos que mientras Chile no enfrente y acoja la petición de Bolivia con generosidad y solidaridad, los primeros perjudicados seremos los ariqueños. En este sentido creemos que la Iglesia puede prestar un gran servicio. En primer lugar orando y pidiendo mucho al Señor por este tema; que Él nos ayude, con la luz de su Espíritu, a encontrar caminos de solución; que Él nos ayude a superar nuestro espíritu nacionalista y patriotero que es más un perjuicio que una ayuda. En este sentido vemos que las actuales autoridades del país están en esta línea.

En todo lo señalado los Jesuitas no dejamos de encomendarnos a Nuestra Señora del Carmen, a Nuestra Señora del Rosario, al Señor de Locumba y el P. Hurtado, profeta de justicia, que nos ayuden a ser fieles a nuestra misión en bien de los más pobres de nuestros países.
Entrevista aparecida el martes 25 de marzo en www.morrocotudo.cl

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