jueves, 5 de junio de 2008

Una Iglesia misericordiosa

Bendición en la misa a quienes no pueden comulgar.

He sido testigo, en mi práctica pastoral en el norte de Chile, cómo en las celebraciones eucarísticas podemos hacer un gesto de misericordia con aquellas personas que, por mucho tiempo, asisten a la Eucaristía y no comulgan porque su conciencia les recuerda que están en una situación que les impide hacerlo. (1)

Venir a misa, sin poder comulgar
No es raro encontrar que la mayoría de estas personas vive, en sus hogares, situaciones muy difíciles: sacrificios heroicos para sobrellevar enfermedades propias o de parientes, criar y educar hijos ajenos, vivir en ambientes con altos niveles de consumo de alcohol y drogas,… Ya es mucho mérito que estas personas asistan a la Eucaristía aceptando y asumiendo que no pueden comulgar. Participan en la misa ‘porque necesitan estar con Dios y en compañía de sus vecinos’; su participación devela su honda experiencia de Dios, de amor al Señor, a su Palabra, a la Virgen y la comunidad cristiana. Sin embargo, y aunque asumen la doctrina de la Iglesia con profundo respeto y en conciencia, sienten gran dolor cuando los demás se acercan al altar a recibir el Cuerpo de Jesús sin que ellos puedan hacer lo mismo.

Con una mano en el corazón…
Considerando la misericordia de Dios, la práctica de Jesús y los deseos de nuestra Iglesia chilena (2), en las Parroquias ‘Nuestra Señora del Carmen’ y ‘Santa Cruz’ de Arica se hace un gesto de misericordia en las misas dominicales con las personas en esta situación. El gesto es muy simple y sencillo, pero de hondo significado: animar a las personas que, estando en la misa y sin poder comulgar por diversas situaciones, se acerquen al sacerdote para que éste le de una bendición especial al mismo momento en que los demás reciben la comunión. Mezclándose con los demás en la fila, al llegar donde el sacerdote que da la comunión las personas ponen su mano derecha en el corazón, inclinan su cabeza y reciben la bendición.

Animar el gesto
Cuando se anima este gesto –previo al momento de la comunión- las palabras apuntan a señalar la bondad y misericordia de Dios por medio de la Iglesia que es Madre de todos. No se hace mención de ninguna situación particular por la cual no se puede ni debe comulgar, como tampoco se pide que pasen adelante en un momento especial. Aludir a alguna situación particular causaría más daño que bien. Suficiente es el dolor que estos feligreses tienen en sus vidas como para insistir en sus problemas de conciencia o ponerlos en evidencia haciendo otra fila para ellos.

Los resultados
Luego de un año y medio de práctica, la comunidad cristiana ha asumido este gesto como propio. Bastó que uno se atreviera a pasar adelante para que los demás lo imitasen. El resultado ha sido sorprendente. Tanto adultos como niños reciben la bendición con mucha devoción, transformándose incluso en ‘puerta de entrada’ para una posterior participación en actividades de la parroquia o más ánimo en aquellas donde ya sirven. Saben que es un momento de íntima comunión y agradecen que Dios y su Iglesia los reciba de manera misericordiosa.

P.Nano Contreras SJ

(1) En la misma situación están los niños y muchos adultos-jóvenes que no han hecho su primera comunión o que están preparándose a recibir el sacramento.

(2) En este punto, simplemente recordemos el IX Sínodo de Santiago en el n.513: 'Frente al cambio cultural, la Iglesia debe destacarse, en primer lugar, por una actitud de madre misericordiosa, reconociendo el rostro de Cristo en los hombres y mujeres, para acogerlos sin discriminación, apoyarlos y orientarlos en todos sus problemas personales y sociales, siendo a la vez fiel a la doctrina y disciplina. En este sentido, cuidemos de realizar signos concretos de misericordia en nuestra relación con quienes se hallan en situaciones reñidas con los criterios morales de la Iglesia, y que suelen ser consecuencia de la crisis de valores debida a los cambios culturales'.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me dio mucha alegría leer sobre la iniciativa pastoral porque creo que muestra y expresa una Iglesia que es, a la vez, Maestra y Madre.
Sería muy provechoso conocer reacciones y otras iniciativas pastorales al respecto.

Anónimo dijo...

Gracias por este consolador artículo sobre la Iglesia Misericordia.
Muchas veces he sentido dolor al ver que algunas personas, cercanas y queridas, no pueden comulgar y me pregunto, quizás ellas deberían estar en la fila que voy yo. Qué buena iniciativa, felicitaciones.
Nos refresca el concepto de la Iglesia Madre y evidencia una realidad que grita.


Free counter and web stats