La suerte de otros países no puede ser extraña a quien tiene hondo sentido social y ha de propiciar, en la medida de su influencia, una política internacional justa. Todas las tentativas que se hagan por la comprensión internacional, por la creación de un derecho e instituciones internacionales deben encontrar en los católicos sus más ardientes partidarios.
El odio contra otros países, la suspicacia convertida en sistema, la prédica "anti" contra tal o cual país, los prejuicios raciales, el orgullo de superioridad nacional, el patriotismo convertido en sistema, todo esto ha de ser eliminado pues se opone a la fraternidad internacional. El amor a la patria, lo repetimos, más que en el ensanche de sus fronteras se ha de traducir en el cumplimiento de su misión.
Y si en virtud de la justicia o de la caridad, porque también hay caridad internacional, se llega a ver la necesidad de medidas que beneficien a otros países aún a expensas del propio, hay que propiciar tales soluciones, pues los problemas internacionales, no menos que los de la vida privada, han de ser resueltos en justicia y caridad. ¡Nunca será patriotismo negarse a escuchar esas voces!
Alberto Hurtado SJ
No hay comentarios:
Publicar un comentario