jueves, 10 de julio de 2008

En Arica nos aprovechamos de la pobreza de peruanos y bolivianos

Entrevista al P.Jorge Díaz en diario electrónico 'El Morrocotudo' de Arica.

Entre los días 29 y 31 de mayo, se realizó en la ciudad de Cochabamba el III Encuentro del Servicio Jesuitas a Migrantes. El Padre Jorge Díaz, párroco de la Parroquia Santa Cruz, participó en esta reunión.
Como corresponsal -Nano Contreras- no quise perder la oportunidad para entrevistarlo y saber pormenores de esta actividad.

P.Jorge: nos podría contar algo sobre este encuentro?
Encantado. El Servicio Jesuita de Migrantes –SJM- de Bolivia me invitó al encuentro que coordina los distintos esfuerzos que la Compañía de Jesús realiza a este nivel en América Latina.
Me interesó porque Arica es una ciudad limítrofe que posee gran movimiento migratorio. Basta ir al terminal de buses para constatar la gran cantidad de personas que llegan en busca de trabajo. Conocer qué se hace en otros países nos ayudará a estar más sintonizados con nuestros vecinos y colaborar en esfuerzos comunes. De hecho, con quienes más conversé esos días fue con las personas del SJM de Bolivia y Perú.

¿Por qué lo invitaron? ¿Qué hacen ustedes aquí con migrantes?
La invitación no fue personal. Fuimos invitados por el trabajo que los jesuitas hacemos en Arica concretamente en la capilla San Eduardo; ahí tenemos un comedor para los migrantes. La Sra. Orieta Harris, agente pastoral de la capilla, también fue invitada. Ella fue un gran aporte en el encuentro. Fue voluntaria en el Instituto Católico de Migrantes de Arica –INCAMI- que llevan los religiosos scalabrinianos.

¿Cuál fue el objetivo principal del encuentro?
El encuentro sirvió para constatar cómo estamos en los tres niveles que SJM se ha propuesto. En primer lugar está el nivel de la atención socio-pastoral, es decir, cómo está la atención directa con los migrantes: ayuda con alojamientos, alimentación, escuchar la situación que viven,… También conversamos sobre el área investigativa: saber cuál es porcentaje de la gente que se queda, los niveles etarios, por qué llegan, tiempos de permanencia, situación familiar, etcétera… Y, finalmente, revisamos cuál es el nivel de incidencia que podemos tener en las políticas gubernamentales.
Como ves, nos preocupa la atención directa; hay problemas que no pueden esperar. Sin embargo, somos muy conscientes que los problemas de fondo sólo se entienden en sus reales dimensiones con investigaciones serias. Buscamos intervenir en el problema de fondo.
En esto último debemos trabajar aun más. Para incidir en las políticas migratorias, hay que llegar a los legisladores con ‘datos duros’, con investigaciones que avalen lo que a diario se ve en nuestras fronteras.

Y… ¿qué le pereció más interesante?
La cantidad de migrantes que existen en Latinoamérica es… ¡inmensa! No creía que el tránsito de personas en nuestros países fuese tanto.
También me gustó el trabajo que hacen en otros lugares. Por ejemplo, en Ecuador trabajan mucho en conexión con España porque, actualmente, muchos ecuatorianos y bolivianos van para allá a buscar trabajo.
Por su parte, en Bolivia están preocupados por el alto flujo interno que existe. Hay algunas ciudades –como El Alto- que en pocos años han recibido mucha gente del interior; eso claramente produce mucho movimiento al interior del país.
En Perú hay muchos deseos de trabajar en coordinación con nosotros, y nosotros estamos viendo la posibilidad de ser un área emergente del SJM – CHILE- con oficinas en Santiago. Lo que se hace con migrantes peruanos y bolivianos en Santiago es poco conocido pero muy bueno. Es una excelente plataforma de colaboración, reconociendo que en Chile las realidades son distintas: mientras en Santiago los migrantes son residentes, aquí en Arica ‘van y vienen’ en busca de trabajo.

Supongo que no es todo fácil….
¡Por supuesto! El tema nos supera por todos lados. Sin embargo, esto nos invita a tener una mayor coordinación. Ante grandes desafíos y dificultades, también grandes deberán ser las respuestas. Afortunadamente existe gran espíritu corporativo, pero la fluidez de la información podría ser mucho más eficiente y rápida.

¿Cuáles son esos grandes problemas?
La movilidad de los migrantes hace más difícil el trabajo con ellos. Además, no siempre es constante: va variando según la realidad económica de los lugares y de las políticas de recepción que tengan los países en temas migratorios. Es una realidad muy ‘movible’.
Por otro lado, otro gran problema es el grado de prejuicio que tenemos entre nosotros. Son evidentes nuestros recelos y desconfianzas. Claramente no tratamos del mismo modo a un europeo que a un boliviano o peruano. Luchar contra estos prejuicios es lo más complicado. No podemos olvidar que muchos chilenos han sido migrantes forzados en los tiempos duros de nuestro país. Nuestros países no avanzarán de buena forma si lo hacemos por separado. Nuestra cercanía no es sólo territorial, sino proximidad histórica que ha sido teñida por la guerra, pero también por la sangre compartida de familias que viven a uno y otro lado.

…y el problema económico que se produce.
Evidente. No es un misterio que los migrantes vienen, en su mayoría, por problema económicos. Algunos se indignan porque quitan el empleo a los compatriotas; otros, claramente se aprovechan de la situación de pobreza y pagan sueldos miserables, indignos, vergonzosos. Y si no tocamos también el tema de las remesas, más vale no meterse en estas cuestiones. Como ves, no es fácil.
En todo caso, y hay que decirlo con todas sus letras, como ciudad nos aprovechamos de la pobreza de peruanos y bolivianos. Más encima, en muchas ocasiones los miramos mal. Pero no puedo dejar de mencionar que cada vez hay más personas que trabajan por una relación más fraterna entre unos y otros

Usted es cura…no sociólogo o político.
Claramente no soy político y no poseo estudios en sociología. Pero no hay que ser especialista para salir a la calle y mirar lo que ahí sucede. Es más: a la Iglesia llega mucha gente que no tiene otro lugar donde estar.
Es necesario tener siempre las puertas abiertas al lugar donde estamos. Si viéramos pasar todo esto delante nuestro y no hiciéramos nada, no sólo seríamos ‘malos cristianos’: simplemente no seríamos cristianos. Si lo que pretendemos es seguir a Cristo, bien nos podemos hacer al pregunta que se hacía Alberto Hurtado…¿qué haría Cristo en mi lugar?
Es más: la experiencia de Dios se ‘prueba’ en la capacidad que tenemos de actuar frente a aquello que vemos a diario. Venir a la Iglesia ‘para sentirme bien’, es reducir el mensaje de Jesús a su mínima expresión, a una experiencia sensible, egoísta y nada más.
La realidad siempre confrontará la experiencia de Dios. Y, a su vez, la misma experiencia de Dios cuando es verdadera, nos impulsa, nos lanza a servir a los demás. En Dios no se cree ‘en el aire’ sino ‘donde las papas queman’. En otras palabras, no se puede ser creyente y quedar impávido frente a lo que pasa. Cualquier otra cosa es deslavar la potencia del mensaje cristiano.

Entrevista aparecida el 09 de julio en www.morrocotudo.cl

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